25 de febrero de 2019. 

En el año 1085 el rey castellano Alfonso VI, tras varios años de asedio, arrebataba a los musulmanes la ciudad de Toledo, en lo que supuso una toma pacífica del enclave. La ausencia de violencia en la conquista garantizó la integridad de sus edificios[1], principalmente las mezquitas construidas por los musulmanes, que pudieron ser aprovechadas posteriormente por los cristianos que ocuparon la ciudad para convertirlas en sus propios espacios destinados al culto y la liturgia. Aunque a primera vista la reutilización de un espacio sagrado islámico por población cristiana pueda parecer paradójica, lo cierto es que se trató de una fórmula habitual en determinadas ciudades conquistadas por los cristianos a lo largo de la Edad Media, como Toledo y Córdoba.

El caso mejor documentado de conversión de mezquita en iglesia lo constituye la Catedral toledana. Tras la toma de Toledo, el rey Alfonso VI decretó en el pacto de capitulación que la mezquita aljama de la ciudad siguiese funcionando como espacio de culto de la población musulmana; sin embargo, un año después el arzobispo de Toledo, el francés Bernardo de Sédirac, en connivencia con la reina Constanza, ocuparía la citada mezquita, consagrándola como catedral bajo el culto cristiano. Las motivaciones del prelado eran claras: pudiendo haber elegido la antigua iglesia mozárabe de Santa María del Alficén como sede episcopal (función que habría adoptado ya en época islámica), lo cierto es que la mezquita aljama se localizaba en un enclave estratégico, justo en el centro de la ciudad, desde donde sería más fácil transmitir el nuevo credo (y una nueva liturgia: el rito romano frente al mozárabe) a la población toledana. A partir de este momento, el edificio se fue adaptando a las propias necesidades del culto cristiano: el alminar adoptó la función de campanario, se levantaron altares, se fundaron capillas, etcétera[2].

 

Iglesia de San Bartólomé por Ziegler175

No obstante, con el paso del tiempo, se vio necesaria la construcción de un nuevo edificio que estuviera a la altura del propio título que adoptaba la catedral toledana: sede primada de la Iglesia castellana. Sin duda, las donaciones que recibiría el templo contribuirían a sufragar dicha obra: desde los propios monarcas, que lo dotaban con territorios, privilegios y exenciones, hasta los fieles, que invertían su riqueza en sufragios, el patrimonio catedralicio fue incrementándose de manera paulatina. Algunas donaciones reales estaban destinadas de manera directa al fomento de la actividad edilicia del templo; así, Alfonso VIII concedía en 1173 al arzobispo unos hornos para la fabricación de tejas y ladrillos, quizá para la reparación del edificio, si tenemos en cuenta que la mezquita original estaba construida en ladrillo y que la construcción en piedra no se acometió hasta el siglo siguiente[3]. En efecto, no fue hasta 1226 cuando, bajo el arzobispado de Jiménez de Rada, se colocó la primera piedra fundacional de la nueva catedral, que se habría de construir con piedra proveniente de las canteras de Olihuelas y Guadajaraz (y, probablemente, con madera traída de Archilla) bajo los cánones estéticos del incipiente estilo gótico. De forma paralela a su construcción, a lo largo del siglo XIII, la estructura arquitectónica de la antigua mezquita se fue derribando[4].

Este proceso no se desarrolló de manera exclusiva en el edificio de la catedral, sino que se extendió a otros templos de la ciudad. En el siglo XIII se contabilizan en Toledo veintiuna parroquias de rito latino y seis de rito mozárabe; por cuestiones demográficas, no todas estarían construidas sobre mezquitas de época islámica, aunque sí se ha podido constatar este fenómeno en algunas de ellas[5] (ver Anexo). Como ocurriera con el caso de la catedral, el edificio islámico se siguió utilizando para el culto cristiano, aunque con las modificaciones oportunas para dotarlo de los elementos propios de esta religión: a los cambios en el alminar y el levantamiento de altares, habría que sumar la construcción de un ábside semicircular en el lado este (donde se situaría el presbiterio)[6], construcción de capillas[7], la probable habilitación de los patios de las mezquitas como lugares de enterramiento de los cristianos[8] (los musulmanes tenían sus cementerios fuera de la ciudad)… No obstante, con el paso del tiempo, bien por razones de espacio, bien por el propio deterioro del edificio, se hizo necesaria la demolición de las antiguas mezquitas y la consiguiente construcción, en el mismo lugar, de nuevos edificios cristianos. En este caso, los materiales y técnicas constructivas no diferirían notablemente entre los viejos y los nuevos edificios.

 Anexo [9]

 

En definitiva, Toledo constituye un claro ejemplo de ciudad medieval cristiana que supo reaprovechar y adaptar las edificaciones islámicas anteriores para su propio uso litúrgico. En este sentido, los trabajos arqueológicos que se han venido desarrollando durante los últimos años han arrojado la luz necesaria para la comprensión de estas dinámicas constructivas; de las veintisiete parroquias cristianas existentes en el Toledo plenomedieval, se ha podido rastrear un pasado islámico en nueve de ellas, a las que habría que sumar todos aquellos templos que no ostentaban el rango de parroquia y de los cuales también han pervivido vestigios musulmanes. Ante la ausencia de fuentes documentales que den testimonio del pasado de estos edificios, la arqueología de la arquitectura se revela como una disciplina clave para su estudio, configurándose como herramienta imprescindible para la investigación de la actividad edilicia medieval.

 Rubén Calatrava Gómez

JAE-Intro 2018. CSIC-CCHS Instituto de Historia.

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BIBLIOGRAFÍA

GARCÍA-ORTEGA, A., “De mezquitas a iglesias: formalización y trazado en los procesos de reconversión de Toledo y Córdoba”, EGA: revista de expresión gráfica arquitectónica, 26 (2015), pp. 202-211.

IZQUIERDO BENITO, R., “Pervivencia de los lugares de culto en Toledo y su entorno durante la Edad Media”, en VIZUETE MENDOZA, J.C., y MARTÍN SÁNCHEZ, J. (coords.), Sacra loca toletana: los espacios sagrados en Toledo. Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2008, pp. 135-156.

IZQUIERDO BENITO, R., “Discurso de apertura del curso 2012-2013. Las iglesias de Toledo en la Edad Media. Evidencias arqueológicas”, Toletum: boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 59 (2014), pp. 9-51.

NICKSON, T., “La Catedral: su historia constructiva”, en GONZÁLVEZ RUIZ, R., (coord.), La Catedral Primada de Toledo: dieciocho siglos de historia. Burgos, Promecal, 2010, pp. 148-161.

RIVERA RECIO, J.F., La Iglesia de Toledo en el siglo XII (1086-1208). Roma, Iglesia Nacional de España, 1976.

RÜTENIK, T., “Transformaciones de mezquitas en iglesias en Toledo, desde la perspectiva de la arqueología arquitectónica”, Anales de arqueología cordobesa, 20 (2009), pp.421-444.

[1] IZQUIERDO BENITO, R., “Discurso de apertura del curso 2012-2013. Las iglesias de Toledo en la Edad Media. Evidencias arqueológicas”, Toletum: boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 59 (2014), p. 39.

[2] Ibid., pp. 41-43.

[3] RIVERA RECIO, J.F., La Iglesia de Toledo en el siglo XII (1086-1208). Roma, 1976, pp. 17-19; 49.

[4] NICKSON, T., “La Catedral: su historia constructiva”, en GONZÁLVEZ RUIZ, R., (coord.), La Catedral Primada de Toledo: dieciocho siglos de historia. Burgos, 2010, pp. 148-161.

[5] IZQUIERDO BENITO, R., “Pervivencia de los lugares de culto en Toledo y su entorno durante la Edad Media”, en VIZUETE MENDOZA, J.C., y MARTÍN SÁNCHEZ, J. (coords.), Sacra loca toletana: los espacios sagrados en Toledo. Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2008, p. 149.

[6] IZQUIERDO BENITO, R., “Discurso de apertura del curso…”, p. 49.

[7] GARCÍA-ORTEGA, A., “De mezquitas a iglesias: formalización y trazado en los procesos de reconversión de Toledo y Córdoba”, EGA: revista de expresión gráfica arquitectónica, 26 (2015), p. 205.

[8] IZQUIERDO BENITO, R., “Pervivencia de los lugares de culto…”, p. 153.

[9] Elaboración propia, en base a la información recogida en IZQUIERDO BENITO, R., “Discurso de apertura del curso…”, y RÜTENIK, T., op. cit.. No se incluyen aquí aquellas iglesias que no tenían rango de parroquia, como pudiera ser la mezquita de Bab al-Mardum/ iglesia del Cristo de la Luz.

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