Una tesis doctoral sobre actividad constructiva y organización de talleres de cantería en Zamora entre los siglos XI y XIII. Teresa Martínez.

El pasado 26 de septiembre defendí mi tesis doctoral Echoes of the Labour Force: Medieval Constructuon and Workshop Organisation in Zamora, 11th-13th c. en la University of Warwick (UK). Una tesis desarrollada en el marco del Proyecto Petrifying Wealth, y que pretendía abordar los procesos constructivos, así como la organización de talleres de cantería en Zamora durante la Plena Edad Media.

En 1919, Gómez-Moreno publicó Iglesias Mozárabes; Arte español de los siglos IX a XI, donde hacía mención a una fuente que afirmaba que Alfonso III en el año 893 se dirigió a Zamora “…la despoblada, y la construyó y urbanizó, y la fortificó y pobló con cristianos, y restauró todos sus contornos. Sus constructores eran gente de Toledo, y sus defensas fueron erigidas a costa de un hombre agemí de entre ellos. Así, pues, desde aquel momento comenzó a florecer la ciudad, y sus poblados se fueron uniendo unos a otros, y las gentes de la frontera fueron a tomar sitio en ella.” Sobre esta cita, se han sustentado la mayoría de aproximaciones realizadas en las últimas décadas al estudio de la actividad constructiva en Zamora.

Ahora bien, cuando se acude a la ciudad en busca de restos materiales de esta gran campaña constructiva, la ciudad devuelve silencio, ni rastro de grandes edificaciones pertenecientes al siglo IX. Y, sin embargo, a ojos de cualquier visitante, ahí están su monumental catedral románica, sus iglesias -que superan la veintena-, sus murallas y otros restos, todos ellos pertenecientes al boom constructivo del que fue objeto la ciudad, especialmente a partir de mediados del siglo XII. La investigación doctoral que he realizado en los últimos años se centra precisamente en estas construcciones, destacando su valor pues (hasta la fecha) son el vestigio más antiguo que existe en Zamora de una actividad constructiva llevada a cabo de forma sistemática, organizada, rápida, e involucrando a diferentes talleres de cantería.

Iglesia de Santa María Magdalena (s.XII-XIII)

Dada la inexistencia de fuentes escritas que hablen sobre cuestiones constructivas puestas en práctica para la petrificación de la ciudad, fue necesario plantear un método de estudio que permitiese leer qué pasó en Zamora en este periodo histórico. Una mirada atenta a las edificaciones reveló una valiosa fuente de información: las marcas de cantería. Sacudiendo el halo de misticismo que durante demasiado tiempo ha recubierto a estos signos, y sin pretender buscarles ningún significado, el objetivo siempre fue utilizar las marcas como objeto científico, teniendo en cuenta tanto su valor cuantitativo como cualitativo. Para ello, se recogieron e introdujeron datos de más de 5000 marcas de cantería en la base de datos del proyecto, provenientes de la catedral, Santiago del Burgo, Santa María Magdalena, Santa María de la Horta, y las murallas. Cada una de las marcas de cantería fue georeferenciada utilizando GIS. Además, este grueso de datos se complementa con la observación de otras edificaciones de la ciudad (Santiago El Viejo, Santo Sepulcro, San Vicente, San Pedro y San Ildefonso, San Juan de la Puerta Nueva y San Leonardo) a través del análisis visual y fotogrametría.

Marcas de cantería en el interior de Santa María de la Horta (s.XII-XIII). Arco divisorio entre ábside y presbiterio.

Los resultados han permitido plantear hipótesis sobre cómo se desarrollaron las construcciones de la catedral, Santiago del Burgo, Santa María Magdalena, Santa María de la Horta, profundizar en la historia constructiva de Santiago El Viejo y la iglesia del Santo Sepulcro, descartar teorías y aportar nuevos datos sobre las áreas de la muralla que presentan marcas y, ante todo poder observar el desarrollo constructivo de la ciudad como un todo. Esto es, además del estudio particular de cada caso, poner los datos en conjunto y observar qué tienen en común todas estas construcciones, cuales son las diferencias, si hubo (o no) participación de los mismos talleres de cantería en ellas, diferencias entre las torres y las iglesias, ritmos constructivos, contrastes entre arquitectura y escultura y, en definitiva, qué implica todo ello a escala global.

Entre otras, una de las conclusiones más destacadas de la tesis es el vínculo que se tiende entre catedral e iglesias, no a través de formas arquitectónicas, si no de metodología organizativa y constructiva. De esta forma, la construcción de la catedral a mediados del siglo XII marca un punto de inflexión en la historia constructiva de la ciudad, y tiene como consecuencia no sólo el levantamiento de la misma, si no el manto pétreo que conforman muchas de las iglesias que se extiende a sus pies. Las marcas de cantería, remanentes hasta ahora silenciosos de una época ajetreada, recobran su voz para explicarnos que una nueva forma de hacer había llegado a Zamora.

( Portada del Obispo, Catedral de Zamora (s.XII)

Además de lo mencionado, la tesis también incluye una sección dedicada al estudio de los arcosolios que pueblan las iglesias zamoranas. Este elemento funerario ha sido clave para, una vez comprendido como se erigieron los templos, aproximarse a la relación que la sociedad de Zamora tenía con sus edificaciones. Y al mismo tiempo, ahondar en la estructura social urbana medieval, examinando los distintos tipos de enterramientos que se realizaban en las iglesias.

Arcosolios en el exterior sur de la iglesia de San Isidoro (s.XIII)

Siempre se dice “queda mucho por hacer,” y es verdad. Durante estos últimos años, cuanto más me adentraba en las construcciones de la ciudad, más caminos se abrían, y muy pocas puertas se cerraban. Pero espero que esta aportación sea una de entre muchas otras que nos ayuden a comprender cómo se construía en la Edad Media, y con ello, de dónde viene nuestro presente. 

Sólo me queda agradecer al proyecto Petrifying Wealth, a su IP Ana Rodríguez, a la University of Warwick, a todas las instituciones que han financiado mis viajes (British Archaeological Association, International Center of Medieval Art, Worshipful Company of Arts Scholars), así como a la Diócesis de Zamora y el Servicio Territorial de Cultura y Turismo de Zamora, y a todas las personas de que una forma u otra han contribuido a que esta investigación fuese posible. En particular a mis tutoras Jennifer Alexander y Therese Martin, que me han acompañado a lo largo de todo el proceso.

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